Amor

El hueco de tu cama al levantar, me ha dejado un vacío que intuyo me embriagará durante los próximos días. Y es que supongo que las mañanas grises de otoño son como un pequeño empujoncito para beber de la copa melancolía.
Te echo de menos, porque en realidad no querría jamás tener que levantarme y comenzar un día con vidas paralelas. Deberíamos posar nuestros pies descalzos sobre esta moqueta insaciable, y exprimir juntos zumos de naranja, escondernos tras las almohadas para que nadie pueda encontrarnos nunca, calzar nuestros cuerpos y salir a la calle, por si llueve.
Caminar por el bordillo agarrada a tu mano, entre el asfalto, esquivando la multitud que recorre su circuito, como muñecos a los que han dado cuerda, caminar con los ojos cerrados, sin temores, porque los temores son las pesadillas que sufren aquellos que no han encontrado el amor.
Disfrutar viendo caer las hojas, almacenando fotografías mentales, fotografías que permanecerán intactas en nuestro corazón para recordar que seguimos viviendo como niños. Tomarnos un café en el primer bar que encontremos, mientras nos miramos a los ojos, y acariciamos ese silencio dulce, que solo se alcanza con quien amas.
Y cuando la primera gota choque contra la ventana, y una sinfonía se retuerza en el cielo, dejaremos propina en la mesa, para mojarnos el pelo, para sentirnos un punto y aparte, de la gente que corre con sus paraguas abiertos.
Y agarrados de las manos, cruzaremos nuestros dedos, abrazaremos nuestros cuerpos para bailar cualquier canción, para sincronizar nuestros pasos, como lo hizo mi corazón con el tuyo el día que te conocí. Y da igual la tormenta que nos salpica, da igual los rayos que alumbren el cielo, porque al besarnos, provocamos la envidia de aquella que truena para acallar nuestros labios.
Solo tú compensas cada paso mal dado, solo tú completas las respuestas inconexas de todos estos años, de mis horas vacías, de mis miedos sellados, de mis tardes incoherentes escribiendo en un pupitre, de mis noches necesarias, aclamando un amor imposible.
A tu lado la humanidad me parece incrédula, dando vueltas monótonas a lo superfluo, sin caricias, sin sueños, sin besos, sin mirarse a los ojos por admiración. Sin susurrarte al oído, cariño, cualquier noche carecería de sentido.
Abro los ojos para observar tu piel empapada, para abrazarte con más fuerza, y un rayo de luz asoma entre las nubes grises, la tormenta escampa. Unos tulipanes marchitos florecen a nuestro lado, unas palabras dulces anuncian una campanada.
Suena el reloj y despierto, a mi lado de la cama observo tu cuerpo adormecido, un cielo encapotado amenaza con llorar. Levántate cariño, hoy vamos a cumplir un sueño.