Aquí, en esta ciudad, todo va más rápido, no hay callejones inapreciables donde poder esconderme, no hay paseos que escondan secretos, ni grandes alturas que aporten lecciones.
Pienso en ti como un baúl lleno de recuerdos, y aun así, se que me quedan miles que aprender bajo tu mano.
Por eso existes, para amarte de día y admirarte de noche.
Amor a una ciudad.
Ciudad Eterna
Oh ciudad eterna,
de calles empedradas,
de callejones escondidos
y poco alumbrados,
tiemblan las rodillas donde
un día hubo batallas.
Ciudad imperial
que estremece gargantas,
paseando cual caballos que
trotaron al galope,
duermen bajo tu manto
millones de historias,
entre ellas,
la grandeza del hombre.
Ciudad donde habitan almas
inmortales,
en tus rincones nacieron
las pasiones prohibidas,
los hombres más valientes
y más cobardes, portaron
espadas grabadas en tu memoria,
religiones enfrentadas
que se abrazaron por tu gloria.
Oh ciudad rodeada,
que te levantas antes los humildes ojos
de aquel que se postra a mirarte desde lejos,
desde cualquier valle, verde orégano,
se pueden admirar tus logros,
unas murallas que esconden grandes secretos.
Bajo el cauce de tu río,
se conserva la esperanza,
por tus puentes pasearon la alegría
y la desdicha, carruajes llenaron
tus aposentos de riqueza,
de cuentos de amantes reales
y de leyendas malditas.
Oh ciudad eterna,
que te iluminas al llegar la noche,
querrás que se cumplan los sueños,
un perfume nos envuelve en tu nombre,
un perfume llamado Toledo.
Ciudad Eterna
Oh ciudad eterna,
de calles empedradas,
de callejones escondidos
y poco alumbrados,
tiemblan las rodillas donde
un día hubo batallas.
Ciudad imperial
que estremece gargantas,
paseando cual caballos que
trotaron al galope,
duermen bajo tu manto
millones de historias,
entre ellas,
la grandeza del hombre.
Ciudad donde habitan almas
inmortales,
en tus rincones nacieron
las pasiones prohibidas,
los hombres más valientes
y más cobardes, portaron
espadas grabadas en tu memoria,
religiones enfrentadas
que se abrazaron por tu gloria.
Oh ciudad rodeada,
que te levantas antes los humildes ojos
de aquel que se postra a mirarte desde lejos,
desde cualquier valle, verde orégano,
se pueden admirar tus logros,
unas murallas que esconden grandes secretos.
Bajo el cauce de tu río,
se conserva la esperanza,
por tus puentes pasearon la alegría
y la desdicha, carruajes llenaron
tus aposentos de riqueza,
de cuentos de amantes reales
y de leyendas malditas.
Oh ciudad eterna,
que te iluminas al llegar la noche,
querrás que se cumplan los sueños,
un perfume nos envuelve en tu nombre,
un perfume llamado Toledo.
Una parte de mi libro.
El Desorden hecho Poesía.
Ya te lo dije en su momento. Me encanta, de veras.
ResponderEliminarPreioso poema, felicidades
ResponderEliminarMuchisimas gracias a los dos, supongo que me llena hablar siempre de esta ciudad maravillosa.
ResponderEliminarEstoy contigo, una ciudad maravillosa, la tierra de mi padre,y el poema es precioso......Enhorabuena por ese trabajo.
ResponderEliminarprecioso poema , sensillamente precioso
ResponderEliminar:-)))))
abrazote
Mónisu muchisimas gracias, no sabes lo que valoro que gente desconocida me de su opinión. Gracias de verás, un abrazo. Soy una enamorada de Toledo.
ResponderEliminarSarah, si supieras las ganas que tengo de pasear por tu tierra e intentar dedicarle unas estrofas.. Gracias por tu comentario, espero que mi vida cotidiana me deje un hueco pronto para hacerlo.
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