Solo a veces me siento estúpido por quererte, el resto de las veces permaneces como una presencia a la que miro de reojo, prestando indiferencia.
No quiero caer en la esclavitud de acorralarte con mis palabras, por muy embriagadoras que resulten, no utilizo nunca mis lujosos léxicos para idealizar algo que podría resumir con cuatro absurdas estrofas.
Ya sabes que es lo que siento, no necesitas que lo diga porque mis detalles calculados en base a corazonadas, muestran el camino recto hacia un resultado que tu instinto te grita desde lejos. Sabes a que me refiero, pero intuyo que no quieres mirarlo de frente, no se si llamarlo intuición o la constante pesadilla en la que yo mismo me recreo. Porque tal vez deseo más una connotación negativa que un si, para librarme de las ojeras por soñarte, de las angustias por verte, de querer como no se hacerlo.
Solo a veces me siento ridículo, porque el resto del tiempo permanezco en letargo, en un estado catatónico, enfrentándome constantemente a un espejo que me tacha de cobarde por no darme la oportunidad de crear un sueño. Y es que es tan sencillo acomodarse a la incertidumbre, porque en ella hay lugar para cualquier pensamiento que desfila en este agotado cerebro, para cualquier sentimiento que repose en mi excitado corazón. Sobran lugares para ti, mientras finjo no mirarte, no sentirte, no quererte.
No quiero caer en la esclavitud de acorralarte con mis palabras, por muy embriagadoras que resulten, no utilizo nunca mis lujosos léxicos para idealizar algo que podría resumir con cuatro absurdas estrofas.
Ya sabes que es lo que siento, no necesitas que lo diga porque mis detalles calculados en base a corazonadas, muestran el camino recto hacia un resultado que tu instinto te grita desde lejos. Sabes a que me refiero, pero intuyo que no quieres mirarlo de frente, no se si llamarlo intuición o la constante pesadilla en la que yo mismo me recreo. Porque tal vez deseo más una connotación negativa que un si, para librarme de las ojeras por soñarte, de las angustias por verte, de querer como no se hacerlo.
Solo a veces me siento ridículo, porque el resto del tiempo permanezco en letargo, en un estado catatónico, enfrentándome constantemente a un espejo que me tacha de cobarde por no darme la oportunidad de crear un sueño. Y es que es tan sencillo acomodarse a la incertidumbre, porque en ella hay lugar para cualquier pensamiento que desfila en este agotado cerebro, para cualquier sentimiento que repose en mi excitado corazón. Sobran lugares para ti, mientras finjo no mirarte, no sentirte, no quererte.