Si tuviera el valor
ya lo hubiera hecho.
Pero me puede el miedo a no tenerte
incluso sin haberte tenido nunca,
incluso sin haberte sentido.
Si pudiera destriparlo, lo haría,
rompería la coraza que me arropa,
esa que me hace parecer fría,
segura, impresionista
y barroca.
Si pudiera expulsar lo que me grita hacia dentro.
Si tuviera el valor de intentarlo,
de marcar esas malditas teclas,
de impulsarme, de buscarlo,
de sentirte por segundos más cerca.
Pero no puedo,
me nublan
los prejuicios baratos,
me acongojan mis miedos descalzos
que pasean de puntillas mientras pareces dormido.
Si no existiera el tiempo ni el límite,
si pudiere empezar de cero,
y dejar mis cicatrices a un lado,
si pudiera el menos besar las tuyas
te prometo que volvería a intentarlo.
Y echaría a correr,
y buscaría tu presencia, tu palabra, tu boca,
y volvería a intentarlo, por qué no,
aun a sabiendas de que no tiene costuras,
jugaría, saltaría, me probaría tu ropa,
impulsaría las mariposas que estén muertas,
abriría la
ventana, para que salieran volando.
Y mis labios entreabiertos invocarían
las dulces palabras de quiero conocerte,
de me arriesgo, de te apuesto aunque pierda,
aunque las luces se apaguen temprano.
Si tuviera valor lo haría,
probaría a intentar enamorarte,
pero me disfrazo de dignidad borracha,
de cobardía insana, de juzgarme a mi misma
para no desear arroparte.