Pasado imperfecto,
como conjugación obcecada
de un ambiguo relato,
que ahora escribo y repito,
sin poder estudiar.
No sé conjugarlo
y me paso las noches haciendo
ejercicios, añadiendo sufijos,
ensayando en voz alta,
lo que aprendí de memoria
y no pude cambiar.
Ortografía indebida,
palabras obscenas sin acentos correctos,
que hacen de una frase, el antónimo
más grande, que nadie dijo jamás.
Predicados sin verbo,
sujetos perdidos que buscan un hecho,
el eslabón escondido entre nombres
y anexos, al que llaman Amar.